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miércoles, 16 de julio de 2008




Escrita y dirigida por los hermanos Coen, su segunda película adolece del temido síndrome de la comedia: es un género menor, se le da poca importancia, las buenas pelis deben ser serias y dramáticas...


¡¡Todos locos!! (H.S.) Además de original y maravillosamente escrita, por fin nos encontramos con una buena interpretación de Nicolas Cage (con un papel que le viene al pelo, los Coen son especialistas es escribir personajes y adaptarlos a actores concretos), además de aparecer (tras su debut con Sangre fría) todo un universo característico de estos genios norteamericanos, a saber: personajes perfectamente caracterizados, perfecto casting de actores, humor ácido y sutilemnte crítico, marcos típicamente yankees (en este caso los desérticos parajes de Arizona) donde tienen lugar historias nada típicas con personajes nada típicos, en una simbiosis tan innovadora como genial; además tenemos la sempiterna presencia de elementos bíblicos (divinos, demoníacos o simplemente ultraterrenales).Es realmente remarcable el logro de la historia divertida y original a partir de elementos tan estereotipados (entorno, música y, aparentemente, personajes), con momentos tan brillantes como la escena de la habitación con los quintillizos, la persecución policial, la visita de los niños monstruitos o la genial escena introductoria que nos presenta personajes y trama.
Si a esto añadimos una estética y planos verdaderamente trabajados, nos hallamos ante la primera plena película Coen, con todos los elementos que se incluirán en su sello personal, incluidoa la subestimación por parte de público y crítica. Y es que estas cosas a los americanos...

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